viernes, 23 de diciembre de 2011

Se despeña Peña

JAVIER JIMÉNEZ ESPRIÚ



A Peña Nieto –le pondré licenciado cuando me lo autorice sin rubor la Universidad Panamericana–, en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a la que fue a presentar un libro suyo, que seguramente no escribió.


Su traspiés y luego de ese, otros muchos y variados, nos han revelado la verdadera personalidad del candidato priísta y la de su estirpe, su prepotencia, su desprecio por la “prole” y su superficialidad. El salario mínimo, el precio de la tortilla, su machismo metrosexual, no son deslices u olvidos intrascendentes sino traiciones del inconsciente.


El señor Peña –“puedo olvidar el nombre de un autor…”– no puede olvidar lo que no sabe y ha hecho evidente, no su falta de erudición, que no es necesaria en un político que aspira a ser presidente de la República, sino su ignorancia supina que, debiera ser motivo de descalificación de quien aspira a la primera magistratura de la nación.


Selma Lagerlöf, la Premio Nobel de Literatura de 1909, decía de la cultura que es todo lo que queda, cuando ya se olvidó todo lo que aprendimos, pero como hemos visto en Peña Nieto, cuando nada se ha aprendido, nada queda.


Esto explica, por otra parte, lo que yo consideraba inexplicable: el terco empeño en entronizar en el PRI al ex gobernador Moreira y apoyarlo hasta el límite elástico; establecer una alianza con la Señora Elba Esther Gordillo –le pondré maestra cuando me lo diga sin rubor el secretario de Educación Pública–Ya lo dijeron en el PRI, las elecciones se ganan con votos y no con libros, bello ejemplo para la juventud– .


En 1980, al inaugurar la primera Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, que tuve el privilegio de fundar como director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, expresé, y lo he repetido una y mil veces, con plena convicción, que no hay profesional de excelencia en una persona sin cultura y que el libro es el vehículo esencial para lograrla.

Leer Artículo completo en el diario la jornada


http://www.jornada.unam.mx/2011/12/23/opinion/021a1pol

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