sábado, 17 de diciembre de 2011

Benedicto XVI: una limosnita para Peña Nieto

Jaime Avilés

Nada es gratuito. Salinas, Azcárraga, R. Hernández, Germán Larrea, los capitostes de la ultraderecha que domina, saquea y explota a 110 millones de mexicanos, han caído en trance de pánico frente a las elecciones de 2012, –Peña Nieto se les desinfla día a día y, tampoco tienen proyecto viable –las reformas estructurales son una exigencia de las empresas españolas y de las agencias de E. U.
La banda de los caballeros que encabeza el que no sabe leer, ni conoce el monto del salario mínimo, ni el precio del kilo de tortillas, porque no es la-señora-de-la-casa (EPN), aprobaron anteayer, una reforma al artículo 24 de la Constitución que –si los senadores la ratifican– permitirá, entre otras cosas, las siguientes:
Que los alumnos de las escuelas públicas se vean obligados a estudiar la religión católica.
Que en los canales de la televisión intervengan sacerdotes como analistas.
Que la Conferencia del Episcopado presente candidatos a los puestos de elección popular.
O que las fuerzas armadas asistan a misa, y las tropas confiesen y comulguen, y sus capellanes las bendigan, exhortándolas a pelear como cruzados medievales.
Gracias al PRI, al PAN, a la derecha perredista y al reverendo Calderón, México podría llegar a ser, gobernado por una teocracia, como la de cualquier país fundamentalista islámico.
Decenios de deseducación televisiva, de promoción del analfabetismo, de combate al hábito de la lectura, de fomento al sedentarismo audiovisual, culminaron con el ascenso al poder de los rancheros de Guanajuato y con ellos Vázquez Mota y Lujambio, autores de la trepanadora reforma educativa, que eliminó la enseñanza de la ética y la lógica en la secundaria y de la filosofía en la prepa.
El Vaticano informó que trabajó con números rojos de 2006 a 2009
Así que ante el peligro de que el pueblo de México vote por el dirigente opositor que ofrece crear siete millones de nuevos empleos en 2013 (tal como lo hizo Roosevelt en 1933), regresar a las fuerzas armadas a sus cuarteles, detener el baño de sangre y actuar con honestidad, amor y justicia para impulsar la reconstrucción del país, la ultraderecha y sus partidos (PRI-PAN-PRD) le ofrecen a Benedicto XVI la liquidación del Estado laico y millones de pesos derramados en limosnas, esperando a cambio de ello que, en marzo del año entrante, días antes del inicio de las campañas electorales el Papa aclare a los pinches proles quién sigue siendo un peligro para México, es decir, para la oligarquía.
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