viernes, 23 de septiembre de 2011

Morena, ¡transformar el país aquí y ahora!
Víctor M. Toledo
Ante el contubernio cada vez más notorio entre el poder económico y el poder político, sólo queda construir o re-activar el poder social, la fuerza de los ciudadanos organizados en los territorios rurales y urbanos. A pesar de este panorama ominoso, en México aún persiste una fuerza social, que fragmentada tiene una visibilidad muy limitada, pero unida muestra un enorme potencial para la transformación, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que ha logrado erigirse en una fuerza de 2 millones de afiliados con presencia en todos los distritos electorales, y con medios de comunicación de gran alcance, como su periódico Regeneración, con 5 millones de ejemplares. No obstante sus logros, Morena ha sido hasta ahora un consorcio de ciudadanos ensamblados por su sola voluntad de participación, sin metas y objetivos claros, con un activismo no definido y, especialmente, sin una estructura organizativa que le permita tomar decisiones rápidas y efectivas de manera colectiva y democrática.
El primer asunto que Morena debe definir es el de su identidad. O se autoconcibe como parte del movimiento social del país y del mundo, o se erige en una oculta fuerza política, con piel civil, que sólo mira los eventos electorales como su arena suprema de actuación.
Pero la historia no termina ahí; ahí es donde apenas comienza. Como poder social, Morena debe ofrecer conocimientos, tecnologías, medios, para realizar la gran transformación de este país ahora mismo. Y esta comienza en el hogar. Primero, la construcción de una familia basada en la equidad de géneros y edades; después, la autosuficiencia de su entorno doméstico: producción o abasto de alimentos orgánicos, sanos y frescos; el reciclaje del agua y la basura; el uso de energías alternativas, como la solar o la del viento; el paso siguiente es la asociación con vecinos para crear organizaciones locales de abasto, defensa y seguridad. El tercer nivel se da en los territorios municipales, donde hay que realizar por lo menos tres cosas: cajas de ahorro o bancos populares que sustituyan a los bancos usureros; redes, mercados o tianguis de alimentos, y ordenamientos ecológicos territoriales basados en la aptitud de los espacios naturales. Toda revolución social es una fiesta, y ello requiere de la participación protagónica de los artistas: músicos, bailarines, pintores, mimos, teatreros, poetas. Se deben organizar festivales y concursos para crear todo tipo de expresiones que identifiquen y multipliquen las metas del movimiento. O Morena se convierte en un verdadero conglomerado de indignados, que reconocen que vivimos ya una crisis no sólo nacional, sino de civilización, que demanda antes que nada la construcción del poder social, de una nueva vida sin petróleo, bancos, partidos y corporaciones, o terminará siendo un conjunto de nuevas tribus.

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